Es difícil pensar en problemáticas humanas que no repercutan
en la capacidad de disfrutar de relaciones sexuales satisfactorias. Es tan
sensible este aspecto de la vida, que incluso problemáticas que no adquieren
atributos de trastornos mentales afectan en la capacidad de desear, mantener y
concluir relaciones sexuales satisfactorias.
Para referirme de manera general a los trastornos del ámbito
sexual, primeramente indicaré algunas consideraciones de las denominadas relaciones
sexuales normales. Es posible entender la respuesta sexual como un ciclo. El ciclo de respuesta sexual clásicamente es
divido en cuatro fases o etapas. La primera llamada deseo, implica las
fantasías en relación al acto sexual y la tendencia a realizarlas. La segunda
denominada excitación, implica una sensación subjetiva placentera que tiene
relación con los cambios físicos apropiados a la relación sexual, erección en
el hombre y lubricación con expansión vaginal en la mujer. Esta segunda fase
desemboca normalmente en el orgasmo, cuarta fase que consiste en la liberación
de la tensión sexual con eyaculación masculina y contracción rítmica (percibida
o no subjetivamente por la mujer) de los músculos más externos de la vagina.
Últimamente, la resolución consiste en la sensación de relajación muscular y
sensación de bienestar, durante esta etapa existe en el caso del hombre, aunque existimos excepiones, un
periodo de refracción variable en el que no es posible experimentar una nueva
erección, mientras que la mujer puede responder inmediatamente.
El ciclo de respuesta sexual puede verse afectado por
múltiples motivos y en esto es particularmente evidente como el aspecto
psicológico siempre está implicado en todas las respuestas humanas. El estrés,
la depresión, los trastornos ansiosos, sean de angustia, obsesivos, etc. Pueden
afectar alguna fase del ciclo y, lo más frecuente, es que afecte a todo el
ciclo; deseo, excitación, orgasmo o resolución.
De forma que como afección del deseo puede existir un deseo
sexual hipoactivo caracterizado por una disminución del deseo o un trastorno
por aversión al sexo cuando existe franco rechazo o evitación del contacto
sexual genital.
En la etapa de excitación es posible existan trastornos
tanto de la erección del hombre o aquellos que se manifiestan por la falta de
lubricación, dilatación o disposición anatómica femenina.
Es sumamente frecuente la incapacidad de alcanzar el orgasmo
o un retraso significativo en este en las mujeres, sin embrago, este trastorno
también afecta a hombres presentando las mismas características. La eyaculación
precoz es un trastorno del orgasmo sumamente frecuente que afecta entre el 40 y
70 % de la población masculina chilena, consiste en eyaculación y orgasmo
inevitablemente anticipado o muy recientemente iniciada la penetración.
Además de estos trastornos que afectan el ciclo de la
respuesta sexual existen unos trastornos relacionados con dolor durante la
misma. La dispareunia se debe a dolor genital durante el acto sexual y puede
afectar tanto a hombres como a mujeres. Otro trastorno sexual por dolor es el
vaginismo que consiste en la contracción de los músculos de la vagina
impidiendo la penetración y concreción del coito.
Estos trastornos pueden aparecer frente a problemáticas psíquicas e interpersonales
casi imperceptibles en otros ámbitos, siendo una manifestación palpable de como
la vida anímica y la psíquica son indivisibles. En sentido inverso sus
repercusiones no se limitan al campo sexual y generan importantes problemas en
las relaciones interpersonales que pueden ir mucho más allá de la vida de
pareja, promoviendo comportamiento hostil, decepción y autoevaluación, muchas
veces aumentando la intensidad de las causas que produjeron el trastorno
originalmente.
Es importante destacar la sensibilidad de la respuesta
sexual que frecuentemente se ve afectada con estos trastornos por la influencia
de las drogas psiquiátricas como, antidepresivos, antipsicóticos, moduladores
del estado de ánimo o ansiolíticos. También pueden ser afectados por el consumo
de drogas como alcohol, cocaína, etcétera. En este sentido estos trastornos son
una muestra de que los seres humanos somos nuestra mente, cuerpo y contexto,
áreas integradas e inseparables interactuantes y en constante cambio.
La invitación es a consultar frente a estas problemáticas,
no dejar pasar el tiempo ni permitir que los estragos que pueden estar
asociados, repercutan en quienes queremos.
Jorge Salazar
Psicólogo Clínico y Terapeuta Familiar.
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