Cuando enfrentamos una pérdida importante o cambio
significativo, es natural experimentar alguna tristeza. El contacto con dicho
afecto está implicado en la elaboración del duelo. El proceso de duelo implica
recordar, lo que se ha perdido, una y otra vez, desmantelando en el proceso los
afectos ligados a lo perdido.
Los antidepresivos, pueden impedir el curso natural
de este benéfico proceso, alterando la química cerebral, principalmente por tres
vías. La inhibición de la monoamino oxidasa, inhibiendo la recaptación de
Serotonina o/u inhibiendo la recaptación de Noradrenalina cerebral.
Los antidepresivos que inhiben la secreción de monoamino
oxidasa (MAO), disminuyen la concentración de esta substancia química que
destruye los neurotransmisores en el espacio sináptico. La no destrucción de
los neurotransmisores por la inhibición de la MAO, produce que se mantenga el
impulso nervioso, de esta forma, los antidepresivos inhibidores de la MAO, surten
un efecto estimulante.
Otros antidepresivos Inhiben la recaptación de
serotonina. La serotonina en un neurotransmisor producido principalmente en los
núcleos de rafe del tronco encefálico, relacionado con la sensación de
saciedad, y cuyo descenso se ha sido ligado a la tristeza y depresión. Al inhibir su recaptación o salida del espacio
sináptico (de la serotonina), se le permite mantener el impulso nervioso que
ella provoca en dicho espacio. Lo anterior genera un efecto gratificante de
satisfacción.
Algunos fármacos elevan simplemente el nivel de
noradrenalina cerebral, substancia química producida principalmente en el locus
coeruleus en el piso del cuarto ventrículo, en el tronco cerebral. La
noradrenalina es un neurotransmisor estimulante cerebral, en ese sentido los
fármacos producen estimulación.
De esta forma, despertado sensaciones y afectos
incongruentes, que no concuerdan con la vivencia, a partir de medios
sintéticos, los antidepresivos interfieren el proceso de elaboración del duelo,
obstaculizando el contacto con el natural afecto de tristeza y dolor. De forma
que obstruyen el proceso natural, gracias al que es posible posteriormente
recuperar la capacidad de interés en otras cosas y mantener un recuerdo
agradable de lo perdido. Además de esto abren las puertas al fenómeno de
dependencia a los psicofármacos.
Existen estudios que relacionan a las drogas
antidepresivas con la aparición de ideas suicidas, en pacientes que antes del
consumo no las tenían. Han sido relacionados con el suicidio mismo y con
conductas muy violentas que han implicado muertes de muchas personas. De la
misma forma su administración prolongada ha sido relacionada a problemas
cardiacos y de dependencia.
La invitación es a vivir y elaborar la propia
tristeza, a no atribuir capacidades mágicas a los fármacos, a confiar en nuestro
cerebro, la farmacia natural, que genera lo mejor de las substancias químicas
que necesitamos. Es conveniente permitirle enfrentar los problemas, dejarlo
trabajar.
Jorge Salazar
Psicólogo Clínico y Terapeuta Familiar.
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