Hace más de 15000 años, en plena prehistoria, fueron grabados en las cuevas de Altamira,
los dibujos más antiguos, realizados por el ser humano. En ellas se manifiestan los autores y representan
su cultura.
La comunicación por este medio es notablemente más
antigua que la de la lengua escrita y permite acceso al riquísimo mundo
interior de quien se plasma en los dibujos que realiza, evitando algunos
impedimentos que puede implicar la expresión escrita. La que por otra parte no
está al acceso, por edad o educación, de todas las personas.
El tamaño y la temática del dibujo, el lugar que
ocupa en la hoja, la firmeza del trazo, la cantidad de fuerza con que se carga
el lápiz, etcétera. Todos los anteriores son manifestaciones que pueden dar
cuenta de las características de la personalidad de quien dibuja, de lo que
está pasando en su vida y de lo que puede estar bloqueando su desarrollo y
bienestar.
En el interior del proceso psicodiagnóstico clínico,
comúnmente se asocia a las pruebas psicológicas que involucran dibujos con la
psicología infantil. Sin embargo, el registro es una buena manera de acceder a
información profunda de las personas adultas y los mecanismos con los que
enfrentan sus problemáticas. De forma que puede clarificar enormemente un
diagnóstico y expresar muchísimo de las características de la estructura de
personalidad y mecanismos de defensa.
Para dibujar es necesario disponer de algunas
funciones cerebrales y capacidades de locomoción que pueden ser evaluadas a
través de esta acción. Lo que le puede constituir como prueba de trastornos
mentales orgánicos, es decir producidos por lesión o disfunción de la
estructura y/o función cerebral. Al respecto existe una prueba tan simple como
el Test del Dibujo del Reloj (CDT en inglés).
Dibujar es comunicar, es decir algo. Una forma de
poner fuera aquello que produce tensiones en el interior. El dibujo en los
niños, junto con el juego o como forma de jugar, puede ser visto como un
antecesor del trabajo. La invitación es a dibujar, recuperar esta forma de
comunicación. Observar los dibujos de tus hijos y dibujar con él. Si no eres psicólogo
puedes preguntarte primeramente ¿Qué es lo que me produce este dibujo?. De esta
forma acercate a ti y la emocionalidad que genera el dibujo, tus sentimientos
pueden ser un indicador.
Si un dibujo te preocupa, ya sea por su contenido,
trazos, colores que utiliza o no, también puedes consultar con un profesional,
pues el dibujo puede constituir una forma de pedir ayuda. Una forma de
comunicar.
Jorge Salazar
Psicólogo Clínico y Terapeuta Familiar.
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