Es posible realizar un ejercicio
interesante para ampliar nuestra manera de entender los "trastornos
mentales". Se trata de la posibilidad de plantearlos como interrogación,
como pregunta. Una de las problemáticas que es posible destacar a partir de la historia de la segregación o
adoración del “enfermo mental”, es que el enfermo mental interroga a las
costumbres y convenciones sociales, interroga a la sociedad. La enfermedad
mental, en este aspecto tiene algo subversivo, algo que se resiste a la
explicación y coerción de nuestra forma de lenguaje. Se resiste a nuestra forma
de estar siendo en el lenguaje.
De la misma forma, a nivel
individual u ontogenético, la enfermedad o el enfermo mental, puede motivar variadas reacciones en los cercanos, o en los
familiares “sanos”. Algunas posibilidades también pueden ser la adulación y la
segregación, aunque es mezquino reducir la gama de respuestas posibles a estas.
Lo profundo del asunto es que los
“enfermos mentales” probablemente nos permiten ser espectadores de la
emergencia de una forma de lenguaje, del que todos participamos y con el que
tenemos una especial relación. Este lenguaje se nos hace patente en los sueños,
las obras de arte, etc. De forma que los que denominamos enfermos mentales
parecen recordarnos el origen de cualquier significado posible. El significado
que emerge de la interacción, de la relación, del afecto, del deseo.
Jorge Salazar
Psicólogo Clínico y Terapeuta Familiar.
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