Una sala espejo o cámara Gesell es un espacio con dos habitaciones separadas por un espejo unidireccional, que permite observar y grabar conductas sin que las personas observadas perciban al observador.
En este contexto, cada movimiento se multiplica, cada gesto se devuelve distorsionado, y uno se ve atrapado en una mirada sin salida. Este espacio, aparentemente lúdico, puede ser leído desde la psicología como una metáfora del deseo de verse y ser visto, propio de la estructura perversa, psicopática ó asociada a los trastornos de la personalidad, específicamente al voyeurismo.
El voyeurismo, entendido como la excitación o satisfacción obtenida al observar sin ser descubierto, habla del poder de la mirada como forma de dominación y control. En el espejo, el sujeto se enfrenta a su propia imagen, pero lo que busca no es tanto el reconocimiento, sino la sensación de observar “desde afuera” lo que, supone, le pertenece. Así, el espejo se convierte en escenario y trampa: ofrece la ilusión de dominio cuando, en realidad, devuelve al sujeto su dependencia de la mirada ajena.
En una sala de espejos, el voyeur contemporáneo no necesita otro cuerpo; bastan su reflejo y la multiplicación de imágenes que lo contemplan desde todos los ángulos. Esta experiencia revela el carácter narcisista del voyeurismo moderno, donde el objeto del deseo se confunde con el propio yo. La frontera, el límite, entre mirar y ser mirado se difumina, mostrando que el otro, en última instancia, también habita dentro del observador.
La proliferación de pantallas, selfies y redes sociales ha trasladado esta sala de espejos al espacio digital. Hoy, todos participamos del juego voyeurista: exhibimos, miramos, ocultamos. Quizás, como en los viejos laberintos de espejos, nuestra mayor amenaza no sea perdernos entre los reflejos, sino olvidar cuál de ellos somos realmente.
Este complejo fenómeno es uno de los muchos tratables por la psicología, en el que los terapeutas profesionales podemos servir en el camino a la salud y el bienestar.
Jorge Abraham Salazar.
Psicólogo
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