El siguiente artículo es resultado de un trabajo realizado
junto a la Periodista Evelyn González, para Ediciones Especiales del diario La
Tercera.
EL PROCESO DE
COMPRA DE UNA VIVIENDA.
Muchos chilenos comparten el sueño de la casa propia.
Generalmente esta constituye el fruto y consecuencia de años de esfuerzos y
sacrificios. A nivel social, contar con la casa propia está relacionado con
realización no solamente a nivel individual, sino en la vida de pareja y
familiar, de forma que familia, hogar y casa son ideas profunda y sólidamente
asociadas.
Concretar dicha aspiración suele estar asociado a
requerimientos económicos importantes que difícilmente la mayoría de los
chilenos puede concretar, sin recurrir al apoyo económico de un crédito
hipotecario. El crédito hipotecario implica un compromiso económico que
generalmente representa años del trabajo futuro del solicitante, además de
importantes riesgos a asumir si algunas de las contrapartes no cumple con las
condiciones pactadas.
Lo anterior, conjugado con la importancia de poseer la casa
propia genera un cuadro complejo en el que es natural presentar ansiedad, una
etapa destacable en el interior del ciclo vital individual y familiar. La
ansiedad puede ser entendida como tensión generada para ejecutar conductas
frente a cambios importantes. La energía que la ansiedad pone a nuestro
alcance, nos permite la posibilidad de planificar, anticiparnos, concentrarnos
y recurrir a las herramientas psicológicas que poseemos para resolver los
cambios que las situaciones nos imponen. En este caso hablamos de un nivel de
estrés o tensión adecuada para enfrentar la situación, un estrés normal o
eustres que nos permitirá enfrentar exitosamente el desafío que impone el
cambio que significa la adquirió del hogar y la toma de un crédito hipotecario.
Sin embargo, puede ocurrir que un cambio tan significativo culturalmente,
genere una tensión que sobrepase los recursos o herramientas psicológicas de
que disponemos, en este caso hablamos de un estrés negativo, un distres que
trastorna nuestra salud mental. A este nivel los cambios que implica obtener el
hogar y la toma del crédito hipotecario se han constituido en traumáticos.
Algunos de los síntomas que pueden indican la existencia del
estrés agudo o distres son, inquietud, confusión, sensación de embotamiento,
desapego, sensación de irrealidad, olvidos relacionados al cambio que se
aproxima, dolores musculares cervicales y de espalda. Los síntomas presentes en
el cuadro además de provocar malestar dificultan concretar de la mejor manera
la adquisición del hogar y compromisos involucrados. Estos cambios producidos
por el distres repercuten en la vida emocional pudiendo generar consecuencias
interpersonales y familiares importantes como aumento de frecuencia e
intensidad de discusiones, agresividad, disminución o aumento de la respuesta
emocional y falta de empatía, lo que agrava aún más la situación.
Es entonces cuando el sueño de la casa propia se ha
constituido en una pesadilla y es necesaria la intervención de psicólogo para
enfrentar el trastorno y la frustración que conlleva, en tanto no permite tomar
de la mejor manera, las decisiones necesarias para concretar el proyecto de la
casa propia.
Es posible prevenir los fenómenos negativos anteriormente
nombrados con una buena y anticipada asesoría, que permita espacio para la
planificación pausada. Puede ser muy positivo contar con profesionales idóneos,
que ayuden a distribuir la tensión y anticipar posibilidades frente a la
elección porvenir. La confianza, comunicación y distribución equitativa de
responsabilidades en la pareja también son factores protectores que ayudan a
disminuir las repercusiones que implica la compra de la casa propia y la
adquisición de las responsabilidades asociadas.
La casa, su forma y características, simboliza entre otras
cosas, el útero materno, el propio cuerpo, la tibieza, seguridad y está
relacionada fuertemente a las vivencias familiares infantiles de quien la
selecciona y por tanto está empapada de aspectos cognitivos y emocionales,
relacionados a la historia irrepetible del futuro propietario.
En consideración a lo anterior, no es posible generalizar
tipos de casas para distintas personalidades y el mejor sensor con que el que
contamos somos nosotros mismos. De ahí que es importante contar con un estado
afectivo y cognitivo apropiado que nos permita tener proximidad con nosotros
mismos y los sentimientos que nos provoca el que será nuestro nuevo hogar. Es
necesario situarnos imaginariamente en el espacio y anticipar nuestra vida
cotidiana en él con las ventajas y desventajas posibles. Dar importancia a la
comodidad, seguridad y aspectos prácticos como la ubicación, puede propiciar la
diferencia.
Lo fundamental es asesorarse, tomar el tiempo adecuado,
conversar las decisiones, y anticiparse a las dificultades siempre atento a uno
mismo y sus afectos.
Jorge Salazar
Psicólogo Clínico y Terapeuta Familiar.
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