En un escrito anterior me he referido de manera general al
estrés, como nos puede afectar y algunas de sus consecuencias.
Cuando el estrés se desarrolla producto de una situación de
trabajo, o a causa de las exigencias de la misma hablamos de un estrés laboral.
Cuando el estrés laboral es constante y mantenido en el tiempo es posible que
el afectado desarrolle su grado superior y más crítico denominado Burnout o síndrome
de estar quemado (fundido) en el trabajo.
Este síndrome, al igual que el estrés su predecesor, requiere
que se conjuguen factores de la personalidad y laborales. Por una parte cuentan
las herramientas de quien lo enfrenta y por otra, las condiciones laborales que superan
dichas capacidades y herramientas.
Si bien en un principio se ha relacionado el Burnout con los
trabajos que realizan atención de público, se ha posicionado como una condición
que supera lejos este primer criterio, siendo estudiado en trabajadores que no
atienden personal, como los trabajadores de la informática, estudiantes y otros.
El Burnout, como síndrome psicológico y siguiendo datos de
la Revista de Psicología de la Universidad de Chile, se caracteriza por dejar huellas como el agotamiento emocional, la
despersonalización y la reducida realización personal.
Un trabajador que sufre este síndrome se presenta como una
persona insensible, no involucrada en su trabajo, agotada, fatigada, triste. Es
como si una persona trabajara automáticamente, robotizada y sin prestar
atención a los detalles. Por tanto puede cometer errores fundamentales
asociados a la responsabilidad de su rol como trabajador.
Según investigación “La Muerte en el Trabajo. Narrativas del
personal técnico que trabaja con pacientes oncológicos en estado terminal de un
hospital de la Región Metropolitana de Chile” de la que soy autor y para la que
conté con la guia del Psicólogo y Magister en Psicología Marcelo Urra, trabajos que: implican altas responsabilidades, requieren de establecer
relaciones interpersonales, asociados al área de servicios, que implican
cantidades de horas extenuantes, mal remunerados, donde el trabajador no posee
autonomía para definir como actuar, no dispone de espacios adecuados, están asociados
a la posibilidad de sufrir el síndrome de Burnout como polo opuesto a la
satisfacción laboral. Tal es la condición laboral de los trabajadores técnicos
que trabajan con pacientes oncológicos terminales.
En consecuencia, para sufrir dicho síndrome, se requiere del
concurso de factores laborales propiamente tales, en cuya peor condición (como
en el caso anteriormente citado) cualquier persona padecería el síndrome, y del
concurso de factores de la personalidad.
Se ha comprobado que personas con menor nivel de educación
formal están más predispuestas a sufrirlo, como lo están las personas de género
femenino y aquellas que sienten remordimiento cuando no cumplen bien su trabajo,
y se sienten ineficaces en dichas funciones. Otro factor que predispone es el
altruismo, el deseo de dar siempre más de si mismos, orientarse hacia los otros
y no violar el código ético.
Por otra parte quienes tienden a justificar sus conductas
proscritas, que rompen la ética, no sienten remordimiento por tratar de manera
agresiva y desconsiderada a los otros, tienden a no presentar dicho síndrome, aunque no
beneficien a las organizaciones donde realizan sus funciones, dichos
trabajadores pueden permanecer años en ellas sin sufrir el fenómeno del Burnout.
Una cuestión importante al respecto es como los despidos y
persecución a las personas que sufren el síndrome o que requieren de licencias
médicas para tratarlo, resulta favorecer a las personas que realizan peor sus
funciones y que tienden a ejecutar conductas contra la ética y contra quienes
requieren los servicios de una organización. Así, esta última conducta resulta
ser premiada por la permanencia en las organizaciones, a las que lesionan, mientras
a los trabajadores que se guían por un código ético estricto y por la búsqueda de
realizar siempre mejor su trabajo, satisfaciendo a quienes se presta servicio,
resultan muchas veces castigados con el despido.
Esta diferencia interroga a las organizaciones y el tipo de
sociedad que construyen, el tipo de sujeto que es para ellas más apto.
Una persona que no se encuentra realizando bien su trabajo a
causa de este síndrome requiere un tratamiento adecuado, no el despido, pues el
mismo puede implicar una pérdida significativa para la organización.
Jorge Salazar
Psicólogo Clínico y Terapeuta Familiar.
Excelente post, creo que a muchas personas les puede ser de ayuda para "darse cuenta" de procesos que están viviendo por las circunstancias laborales en que se encuentran. Saludos!!!
ResponderEliminarmuy buen articulo y bastante razonable el articulo relacionado con este serio tema, felicitaciones.
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