“Conócete a ti mismo” es una frase inscrita en el templo de Apolo en Grecia, lugar al que cada ciertos días recurrían los griegos para consultar al oráculo en relación al futuro y sobre las cuestiones de su vida. Ésta era una búsqueda religiosa de respuestas a problemáticas reales de distintas clases. En más de una ocasión, han llegado a mí comentarios, tanto de parte de pacientes como de familiares y amigos en torno a las características de los test psicológicos y su utilidad. Recuerdo particularmente el caso de un paciente de unos 40 años que agobiado atribuía a los que, él denominaba test psicológicos, el hecho de su búsqueda frustrada de trabajo. También recuerdo a la familiar de un paciente que se refería a los test psicológicos con algo de jocosidad diciendo que eran un chiste, que en la empresa donde ella trabajaba, ya todos los trabajadores sabían que decir a la psicóloga que los aplicaba y que, se comentaban los unos a otros, las mejores respuestas para dichos exámenes.
Un test psicológico es una herramienta diseñada para ser empleada con fines profesionales dentro de un proceso en el que participa, la mayor parte de las veces, un profesión de la psicología. No es en sí mismo infalible, ni mucho menos inerrante, a lo mas, posee valides y exactitud dentro del proceso del que forma parte y gracias a la destreza del profesional responsable de su aplicación. Lo anterior, permitirá resultados más menos óptimos al evaluar lo que dice evaluar, confiriéndole carácter valido a dicho test. Pero, ¿Qué motivación podría existir en un profesional serio para otorgarle un sentido oracular, es decir, religioso a dichos test? Reflexionando en torno a dicha cuestión me es imposible dejar de pensar que el objetivo del trabajo de un profesional de la psicología, orientado a trabajar con el ser humano, estará vinculado a la capacidad de conocimientos que puede tener de ese mismo ser humano. ¿Será posible creer que, a través de estas herramientas, se obtiene acceso al conocimiento de un ser humano con sus deseos, sueños, frustraciones y creencias?.
A mí, más bien me parece que los test psicológicos, usados de manera religiosa, pensándolos como absolutamente irremplazables necesarios y exactos, sirven más bien para ocultarse de la persona que dicen evaluar. En otras palabras, podrían servir de escudo a un psicólogo que no está interesado en el discurso y en la aventura de conocer a otro ser humano. Esta es una cuestión compleja toda vez que nuestro interés y deseo de conocer a otro ser humano, podría estar directamente relacionado con nuestro interés y deseo de conocernos a nosotros mismos, tarea para la que el tiempo de una vida se hace escaso. Yo prefiero pensar que un buen psicólogo se comportaría más bien como Isaac Luria que, sin ser psicólogo sino, neurólogo de profesión, “mantenía un enfoque con los pacientes estrictamente clínico, más cerca al estilo psicoanalítico que al de una actitud experimentalista hacia el comportamiento. No tenía un programa fijo para entrevistar y probar a un paciente, sino que empleaba la técnica de asociación libre, seleccionando las preguntas y los ensayos de prueba según lo que surgía en la sesión. Finalmente, su estilo de investigación era único con cada paciente, y no podía replicarse con otro paciente.” (Kaplan-Solms y Solms, 2005, p. 33). Resulta curioso que hoy día uno de los mejores test neuropsicológicos se denomine “Test de Luria”.
Les recomiendo a los que les interese conocer mas acerca de cómo trabajaba Luria el padre de la neurociencia moderna el libro “estudios clínicos en neuropsicoanálisis introducción a la neuropsicología profunda” de Karen Kaplan-Solms y Mark Solms.
Un test psicológico es una herramienta diseñada para ser empleada con fines profesionales dentro de un proceso en el que participa, la mayor parte de las veces, un profesión de la psicología. No es en sí mismo infalible, ni mucho menos inerrante, a lo mas, posee valides y exactitud dentro del proceso del que forma parte y gracias a la destreza del profesional responsable de su aplicación. Lo anterior, permitirá resultados más menos óptimos al evaluar lo que dice evaluar, confiriéndole carácter valido a dicho test. Pero, ¿Qué motivación podría existir en un profesional serio para otorgarle un sentido oracular, es decir, religioso a dichos test? Reflexionando en torno a dicha cuestión me es imposible dejar de pensar que el objetivo del trabajo de un profesional de la psicología, orientado a trabajar con el ser humano, estará vinculado a la capacidad de conocimientos que puede tener de ese mismo ser humano. ¿Será posible creer que, a través de estas herramientas, se obtiene acceso al conocimiento de un ser humano con sus deseos, sueños, frustraciones y creencias?.
A mí, más bien me parece que los test psicológicos, usados de manera religiosa, pensándolos como absolutamente irremplazables necesarios y exactos, sirven más bien para ocultarse de la persona que dicen evaluar. En otras palabras, podrían servir de escudo a un psicólogo que no está interesado en el discurso y en la aventura de conocer a otro ser humano. Esta es una cuestión compleja toda vez que nuestro interés y deseo de conocer a otro ser humano, podría estar directamente relacionado con nuestro interés y deseo de conocernos a nosotros mismos, tarea para la que el tiempo de una vida se hace escaso. Yo prefiero pensar que un buen psicólogo se comportaría más bien como Isaac Luria que, sin ser psicólogo sino, neurólogo de profesión, “mantenía un enfoque con los pacientes estrictamente clínico, más cerca al estilo psicoanalítico que al de una actitud experimentalista hacia el comportamiento. No tenía un programa fijo para entrevistar y probar a un paciente, sino que empleaba la técnica de asociación libre, seleccionando las preguntas y los ensayos de prueba según lo que surgía en la sesión. Finalmente, su estilo de investigación era único con cada paciente, y no podía replicarse con otro paciente.” (Kaplan-Solms y Solms, 2005, p. 33). Resulta curioso que hoy día uno de los mejores test neuropsicológicos se denomine “Test de Luria”.
Les recomiendo a los que les interese conocer mas acerca de cómo trabajaba Luria el padre de la neurociencia moderna el libro “estudios clínicos en neuropsicoanálisis introducción a la neuropsicología profunda” de Karen Kaplan-Solms y Mark Solms.
Jorge Salazar
Psicólogo Clínico y Terapeuta Familiar.
Fantastica reflexión el uso de test, muy interesante.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Saludos