jueves, 31 de julio de 2025

Ansiedad, el combustible de nuestra conducta.

Nuestra manera de prejuzgar las cosas, puede teñirlas de una errónea tonalidad oscura. La ansiedad puede ser malentendida y temida, pero en realidad es una aliada invaluable en nuestra vida diaria. Aunque es fácil verla como un fenómeno negativo, en una proporción adecuada, la ansiedad cumple una función esencial para nuestro bienestar y supervivencia (Clark & Beck, 2010).

Generalmente en psicología, los excesos y defectos son explorados, en su contexto histórico y en relación a sus causas y sus consecuencias, tanto individuales como sociales. 

Por ejemplo, desde una perspectiva evolutiva, la ansiedad nos ha protegido ante peligros potenciales (Nesse, 1994). Es una respuesta natural que nos alerta cuando enfrentamos situaciones que requieren atención, preparación o acción. Así es como, sentir ansiedad antes de una presentación importante puede motivarnos a practicar más y estar mejor preparados, aumentando así nuestras probabilidades de éxito (Barlow, 2002).

Además, la ansiedad nos conecta con nuestro mundo interior, ayudándonos a identificar qué es significativo para nosotros. Nos impulsa a reflexionar, a anticipar consecuencias y a tomar decisiones conscientes, favoreciendo un crecimiento personal constante (Hofmann, 2014).

Nos arriesgaremos a definir el exceso, en el campo de la ansiedad, como el monto de ansiedad que impide el curso de desarrollo de capacidades placenteras y a la vez deseables socialmente, generalmente generando sufrimiento para el sujeto o/y quienes le rodean. En contraste, nos referiremos al defecto, como a un descenso pronunciado en el nivel de ansiedad, a tal medida que la persona, en cuanto persona, deja de responder a los estímulos internos y externos. Es el retorno a lo inanimado, a lo inorgánico.

En caso de exceso, la ansiedad puede resultar inhabilitante Para hacer frente a lo anterior es fundamental aprender a reconocer el fenómeno y pedir ayuda profesional para inhibir ó canalizar la energía que implica. 

Cuando logramos aceptar su presencia, tomar conciencia de sus consecuencias y de todo lo que involucra, podemos dejar de resistirnos y enfocarnos en transformar esa energía inquietante en un motor para la creatividad, la concentración y la resiliencia (Wells, 2011).

En suma, la ansiedad no es un enemigo, sino un compañero que nos invita a estar atentos, a cuidar de nosotros mismos y a adaptarnos a los cambios (American Psychological Association, 2020). Reconsiderar su papel nos permite vivir con mayor equilibrio, entendiendo que su función es, en esencia, positiva y necesaria para navegar con sabiduría los retos de la vida. La clave está en escucharla, comprenderla y usarla a nuestro favor.


Jorge Salazar
Psicólogo 
www.suterapia.cl 

Referencias:

American Psychological Association. (2020). Publication manual of the American Psychological Association (7th ed.). https://doi.org/10.1037/0000165-000

Barlow, D. H. (2002). Anxiety and its disorders: The nature and treatment of anxiety and panic (2nd ed.). Guilford Press.

Clark, D. A., & Beck, A. T. (2010). Cognitive therapy of anxiety disorders: Science and practice. Guilford Press.

Hofmann, S. G. (2014). Anxiety disorders: Psychological approaches to theory and treatment. Wiley.

Nesse, R. M. (1994). Evolutionary origins of anxiety. The American Behavioral Scientist, 37(6), 809–816.

Wells, A. (2011). Metacognitive therapy for anxiety and depression. Guilford Press.

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