miércoles, 2 de noviembre de 2011

¿Son los trastornos del estado de ánimo esencias inmutables o construcciones sociales?

Frederick & Jamison (1950), plantean que los médicos de la antigua Grecia concebían a los trastornos mentales en términos que suenan muy modernos, pues creían que la melancolía era una manifestación psicológica de una perturbación biológica subyacente, en concreto, una perturbación de la función cerebral. Esta visión, es incoherente con la manera de entender el sistema nervioso que otros autores atribuyen a dicha cultura. Es destacable al respecto mencionar que para Aristóteles quien viviera en la Grecia clásica, es decir, más cercano a nuestro tiempo que los médicos de la Grecia antigua, el cerebro estaba reducido a ser entendido como un órgano provisto de líquido, un gran radiador a través del cual perderíamos calor. De forma que para Aristóteles las características psicológicas fundamentales estaban relacionadas con el corazón, órgano que según sus experiencias con disecciones, es el primero en desarrollarse en el ser humano y no con el cerebro, como Frederick & Jamison plantean que ya era conocido en la antigüedad, antes de Aristóteles.

¿Qué es posible concluir de la aseveración de Frederick & Jamison?. Me parece que lo que refieren los citados autores, es que desde la antigua Grecia las nociones y conceptos relacionados a la salud mental y al ser humano, siguen siendo los mismos. Por tanto, las “realidades” a las que refieren son inmutables, verdaderas esencias que se manifiestan gracias a sus expresiones, los síntomas.

La realidad de la evolución del conocimiento humano y de las nociones y conceptos relacionados a la salud mental, lejos de concordar con esta visión actual de Frederick & Jamison, demuestran todo lo contrario. Demuestran más bien la hipótesis tras el presente escrito, esta es: que las enfermedades o trastornos mentales no son esencias inmutables que estarían tras una fenomenología determinada. Los atributos de dicha fenomenología y por tanto, el carácter de las supuestas esencias, han sido inventados y modificados durante el tiempo. Son por tanto una construcción social, dependientes de su historia y de un contexto que les da sentido y legitimidad.

La hipótesis contraria me parece no solamente errónea, sino francamente iatrogénica, en tanto supongo podría facilitar el empeoramiento del estado del paciente producto de la influencia del médico y del poder que les ha atribuido la sociedad. ¿Quién dudaría de la palabra del médico?. ¿Quién dudaría de la palabra de tan connotados y prestigiosos autores?.

A partir del discurso de los autores citados, la enfermedad que el paciente puede atribuirse a causa del discurso médico o de su propia convicción, sería una arcaica e inmutable, una esencia para el paciente. En ese entendido, ¿Qué posibilidades de cura le queda?. Y si está afincada en el sistema nervioso, en el cerebro, ¿que es posible que el paciente haga para su mejoría, sino introducir al mismo sustancias que cambien su composición?.

El asunto de fondo y que considero positivo destacar, es que los cerebros no se forman de la nada, son formados en relación a las vivencias que las personas experimentan. Por ejemplo, si algo amenaza a una persona se secretaran sustancias químicas en el interior del cerebro, que modificaran su estructura y sus características, más aún si el estímulo es mantenido en el tiempo. Reitero, todas las experiencias van construyendo los cerebros. También participan en esa construcción factores como la alimentación y el intercambio gaseoso.

En el curso de la construcción y modificación de las ideas de la Salud mental, la idea de melancolía que inventarán los médicos griegos, es similar, pero no idéntica, a la recientemente inventada “depresión mayor”.

El Médico Griego Hipócrates y su escuela (siglo IV a V a. de C) se refieren a los melancólicos como unos enfermos con "aversión a los alimentos, abatimiento, insomnio, irritabilidad e inquietud"(Jackson, 1986, p.30). Lo anterior describe a la melancolía como un trastorno mucho más amplio que la actual depresión mayor, considerando que en la nosología griega prácticamente todas las patologías psicológicas eran calificadas como “manías” o “melancolías”.

La explicación en relación a la etiología o causa de la melancolía que propone Hipócrates, también difiere de las actuales propuestas de la psiquiatría. Al respecto, Hipócrates explica la causa de la melancolía, desde su teoría de los humores, es decir, de los líquidos del organismo. En la teoría de los humores, se atribuye la salud al equilibrio entre ellos. De forma que el exceso o déficit de alguno de los cuatro fluidos: bilis negra, bilis amarilla, flema y sangre, estaría a la base de las enfermedades que puede experimentar el ser humano. Quienes poseen exceso de Bilis negra son, según esta idea, los melancólicos. Etimológicamente melancólico se deriva de Mela: μέλας "negro" y khole : χολή "bilis".  Insisto en que es distinta la idea de melancolía proveniente de la medicina griega y la que conocemos hoy en la actual nosología (clasificación de las enfermedades), donde el término más similar es “depresión mayor”, que no tiene ninguna o muy poca relación, con la distribución de los líquidos del organismo. En otras palabras, los conceptos, tanto en su forma como en su contenido, han cambiado a través de la historia, refieren de distinta forma, a cosas diferentes.

Más Adelante en la evolución de la construcción de los trastornos mentales, aproximadamente en el 150 aC Arataeo plantea de los melancólicos: “Tienden hacia la depresión y la ansiedad... no obstante, si perdura esta situación de ansiedad, entonces en la mayoría de los casos se observa alegría e hilaridad, lo cual suele finalizar en la manía” (Citado por Goodwin y Jamison, 1990, p.58).

Solamente en el 1900 Dc. la manía es transformada en un conjunto de signos y síntomas específicos y la Melancolía se trasformó en un concepto asociado al afecto de tristeza.

Por otra parte, el término manía, hoy relacionado específicamente con la fase del estado de ánimo en que los pacientes manifiestan una hipertrofia y exaltación del Yo, no concuerda perfectamente con la noción de los griegos, para quienes la manía era asociada a todas las denominadas locuras.

Actualmente, la denominada fase depresiva, utiliza un sitial similar al de la fase maniaca en cuanto a categoría, pero opuesto en cuanto a características, y la depresión mayor se caracteriza por la existencia de fases depresivas.

Falret describe la interacción de estas dos fases en una enfermedad única, la denominada “locura circular”. Hoy, la idea sucesora,  que representa cuando estas fases depresivas están intercaladas en su aparición por fases maniacas, es denominada “trastorno afectivo bipolar”. Como vemos los términos y su fondo han cambiado muchísimo.

Posteriormente en la historia de la salud mental se utilizó de manera indistinta la noción de depresión y la de melancolía. Más tarde, la palabra melancolía fue utilizada para referirse a las depresiones más graves, al igual que la noción de “gran depresión” y depresión endógena. Como ya he planteado, hoy no se utiliza la palabra melancolía, en su lugar la etiqueta contemporánea es la de depresión mayor.

Con la aparición del primer Manual de Estadísticas y Salud Mental DSM I apaerecen dentro de los denominados trastornos psicóticos  las llamadas “reacción psicótica involutiva” y las “reacciones afectivas”. Dentro de las últimas se inscribían la reacción maníaco-depresiva, de tipo maniaco, tipo depresivo y la reacción depresiva psicótica acompañadas de la  reacción depresiva psiconeurótica y el trastorno psiclotímico de la personalidad. La lista de supuestas patologías, se trasforma y reconstruye con el DSM II, DSM III, DSM IV, DSM IV R y el reciente DSM V.

 Según el objetivo del presente escrito, no es pertinente indagar de manera meticulosa en cada una de estas etiquetas y los fenómenos a los que aluden, sino más bien demostrar que han existido muchos nombres y distintos fenómenos que los justificarían, durante la historia de los hoy denominados trastornos del estado de ánimo. Vuelvo a la idea central de que las etiquetas utilizadas en las distintas clasificaciones son creaciones, y lejos de referirse a esencias inmutables, a realidades, implican una búsqueda de explicación a través de la clasificación. Lo anterior, muy relacionado con el contexto histórico-social en el que emergen y del que son producto.

De la misma forma, han variado con el tiempo la manera en la que se enfrentan las enfermedades mentales. Me resulta interesante el recorrido que realiza el intelectual francés Michel Foucault al respecto en su texto: historia de la locura en la época clásica. En él, el autor se refiere al modo de responder a la locura en Europa, sin desconocer su ligazón con otras enfermedades y maneras de enfrentarlas. Relaciona como se enfrentaba la lepra primeramente en la Edad Media, con la manera en que serán enfrentadas posteriormente las enfermedades venéreas y finalmente la locura. La tónica de tratamiento es, según el recorrido histórico e interpretativo que propone el autor: La exclusión, el confinamiento, el encierro, encapsulamiento, en los leprosorios, que posteriormente serán los manicomios. De esta forma, el sometimiento a  un trato inhumano, serán la manera de enfrentar los problemas de la Salud Mental.

En relación a como se trataba la melancolía en la antigüedad, Foucault plantea: “En la época clásica es costumbre explicar la melancolía inglesa por la influencia de un clima marino: el frío, la inestabilidad del tiempo, las gotitas menudas que penetran en los canales y fibras del cuerpo humano, le hacen perder firmeza, lo predisponen a la locura. De esta forma se refiere a la melancolía como “una tristeza continua e inmotivada”.

Si bien, un recorrido histórico en relación a los trastornos afectivos, la forma de enfrentarlos y las causas a los que son atribuidos puede ser mucho más meticulosa que este modesto escrito, vuelvo sobre la idea central que lo articula: que las enfermedades o trastornos mentales no son esencias inmutables que estarían tras una fenomenología determinada. Los atributos de dicha fenomenología y por tanto, el carácter de las supuestas esencias, han sido inventados y modificados durante el tiempo. Son por tanto una construcción social, dependientes de su historia y de un contexto que les da sentido y legitimidad.

Jorge Salazar.
Psicólogo Clínico y Terapeuta Familiar

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