sábado, 4 de febrero de 2012

Trastornos Somatomorfos


El recuerdo de una de mis experiencias en consulta me ha motivado a escribir este artículo. Me llamó la atención el discurso de un paciente que me contaba con emoción que había llegado a mí, pues su médico de años, luego de innumerables exámenes y tratamientos, le planteó: “que ya no sabía que hacer, que lo había probado todo”.

Los trastornos somatomorfos se caracterizan por ser similares a enfermedades puramente corporales (ninguna lo es), pero cuya causa no es posible detectar. Los pacientes que las sufren piensan que el médico tiene la respuesta a su padecimiento y el médico que los sufre (en el interior de la relación médico paciente), en la medida cree que tiene la solución al padecimiento, se ve frustrado tanto en su intento de curación, como frente a exámenes mudos, exámenes que no dicen que tiene el paciente. En otras palabras, los trastornos somatomorfos juegan con la capacidad del paciente de distinguir el origen de la enfermedad, pues se la atribuyen puramente al cuerpo y por otra parte, juegan con la fantasía de omnipotencia a la que pueden estar sometidos algunos médicos.

Un  paciente que sufre de trastorno somatomorfo, puede presentarse en repetidas ocasiones a la consulta médica, por ejemplo, con síntomas gastrointestinales (al menos dos como diarreas y vómitos), dolorosos (suelen presentarse con una larga historia de dolores en al menos cuatro lugares del cuerpo o relacionados con cuatro o más funciones), aparentemente neurológicos (alteración de la coordinación motora, de la sensibilidad, equilibrio, ceguera, retención urinaria) o sexuales (disfunción eréctil o eyaculatoria, perdidas de menstruación, menstruaciones dolorosas).

Estas problemáticas no son intencionales ni simuladas por el paciente y les llevan a un significativo deterioro de su vida, en el ámbito social y laboral. Es decir, implican sufrimiento.

Los denominados trastornos somatomorfos son antiquísimos y han cumplido una importante función en el desarrollo de las ciencias. Ya en los escritos prepsicoanalíticos de Sigmund Freud, es posible detectar su influencia en la gestación de la psicología. Cito:

“La relación entre lo corporal y lo anímico (en el animal tanto como en el hombre) es de acción recíproca; pero en el pasado el otro costado de esta relación, la acción de lo anímico sobre el cuerpo, halló poco favor a los ojos de los médicos. PARECIERON TEMER QUE SI CONCEDÍAN CIERTA AUTONOMÍA A LA VIDA ANÍMICA, DEJARÍAN DE PISAR EL SEGURO TERRENO DE LA CIENCIA.

[...] En efecto, existe un gran número de enfermos [...]cuyas perturbaciones y quejas plantean un gran desafío al arte de los médicos, pero en los cuales, a pesar de los progresos que ha hecho la medicina científica en sus métodos de indagación, ni en vida ni tras su muerte pueden hallarse los signos visibles y palpables del proceso patológico. [...]no pueden realizar una labor intelectual a causa de dolores de cabeza o fallas de la atención; les duelen los ojos cuando leen, las piernas se les cansan cuando caminan; sienten dolores sordos o se adormecen; padecen de trastornos digestivos en la forma de sensaciones penosas, vómitos o espasmos gástricos; no pueden defecar sin purgantes, se han vuelto insomnes, etc. [...]Los signos de esta suelen ser variables; se relevan y sustituyen unos a otros: el mismo enfermo que hasta cierto momento no podía hacer nada a causa de sus dolores de cabeza pero tenía una digestión bastante buena, al día siguiente puede tener su cabeza despejada, pero no soportar en lo sucesivo casi ningún alimento [...] En algunos de estos enfermos, la perturbación un dolor o una debilidad del tipo de una parálisis puede mudar repentinamente de costado: saltar del lado derecho al izquierdo simétrico del cuerpo. Pero, en todos, puede observarse que los signos patológicos están muy nítidamente bajo el influjo de irritaciones, emociones, preocupaciones, etc. Tanto que pueden desaparecer, dando sitio a un estado de plena salud y sin dejar secuelas aunque hayan durado mucho tiempo." (Freud. 1890.  Tratamiento Psíquico (tratamiento del alama) )

En definitiva, los trastornos somatomorfos participaron en la gestación de la psicología, ciencia y arte que reconoce la interacción de lo psíquico y lo corporal sin desconocer que el comando de la situación puede ir de parte de lo psíquico. Pero destacando que no es posible pensar lo corporal sin pensar en lo psíquico. La psicología reconoce que los seres humanos no somos tan simples como artefactos a los que simplemente se debe sustituir las pieza en mal estado. Somos más complejos. Llegamos a ser producto de una historia y en un contexto determinado, formados y transformables desde el lenguaje, el que construye y reconstruye lo corporal. Estos factores, deben ser evaluados en su mérito en la atención de pacientes. En consecuencia, se requiere tiempo y trabajo en la atención (no 10 ni 15 minutos) esto resulta ser lo más seguro, tanto contra el “trastorno” del pacientes, como contra “la fantasía de omnipotencia del médico”.

La persona que ha dado origen a este escrito, actualmente se encuentra en tratamiento que ya dejan ver avances. En este, ha podido procesar varias vivencias a la base de su sintomatología, va rehistorizando, encontrando sentido a sus experiencias, tal como lo hace la psicología como arte y ciencia.


Jorge Salazar
Psicólogo Clínico y Terapeuta Familiar.







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