Es incuestionable el poder de los medios de comunicación
masiva, de forma que sus acciones repercuten de manera indiscutible en nosotros
y despiertan reacciones profundas. Muestra de esto,
puede ser el dolor surgido luego de la tragedia de los 21. Pero con esta
tragedia, ¿Qué es lo perdido?, ¿cuál puede ser
la causa de las impactantes manifestaciones sociales consecuentes?.
Sabemos que se han congregado y dejado
su pesame miles de personas. ¿De qué puede dar cuenta ese fenómeno?.
En primera instancia me parece fundamental que de las miles
de personas impactadas por la pérdida, no son sino un reducido número las que
realmente conocieron a los afectados por la tragedia. Sin duda sus familiares
cargan con la inmensa tristeza de perder a quien se conoce en sus diversas
facetas. Han perdido a los hermanos, los hijos, los padres, los amigos. En sus expresiones
de tristeza se manifiesta el dolor
relacionado con intensas vivencias íntimas y personales que en su procesamiento,
a través del duelo, implican dolor, requieren de tiempo y que en la medida se
desarrolle, dará paso a la posibilidad de continuar con sus vidas, las que sin
duda han experimentado un corte importante, difícil de describir o de
caracterizar a priori a través de esta sencilla nota.
Pero, ¿Quiénes son para las otras personas los afectados en
la tragedia?, ¿Quiénes son para los que no tienen la cercanía familiar, o que
en definitiva no los conocen?. Los medios de comunicación se han encargado de
caracterizar a los afectados por la tragedia como personas con atributos
encomiables. Son aparentemente el ideal de lo que debería ser cada persona. Son
la imagen a la que deberíamos aspirar. Son lo que los chilenos no tenemos y de
inmediato es posible, en el ámbito de la especulación atribuirles el carácter
de personas exitosas, bellas, bondadosas, ricas y jóvenes, personas felices.
Son estos atributos los que contornean la máscara que
presentan los medios de comunicación masiva cuando se refieren a las víctimas
fatales del accidente. Planteo la metáfora de máscara destacando la idea
anterior de que, la mayoría de las personas que se manifiestan impactadas por y
a través de los medios de comunicación, es poco probable hayan conocido en
profundidad a los afectados.
Es posible especular que el dolor generado por la vía de la
comunicación masiva dice relación con los atributos depositados en quienes
perdieron su vida en el trágico accidente. Lo complejo del fenómeno es que da
cuenta que esos atributos son los apreciados por un importante número de
chilenos, que se identifican con la imagen generada. Son atributos que generan tristeza en tanto
perdidos y, por tanto, ausentes. De esta
forma es posible suponer que los chilenos no nos sentimos ni exitosos, ni
bellos, ni bondadosos, ni ricos, ni jóvenes, ni personas felices. Pues lo que
se ha perdido en el trágico accidente, es la posibilidad de identificarnos con
esos atributos depositados en quienes fallecieron en la tragedia.
Los medios de comunicación masiva mediante la atribución de características,
tanto a las personas como a los fenómenos sociales, tienen poder para despertar
emociones y pensamientos, en la mayoría o, al menos, en gran parte de los
chilenos.
En consecuencia a lo anterior, pueden dibujar no solo una
imagen ficticia, sino además generar emociones y pensamientos en los chilenos. Como
nuestros corazones y mentes son lábiles a esta manipulación tenemos la
responsabilidad de buscar distintas fuentes, tratar de disentir, buscar
informaciones alternativas, educarnos parece ser una buena opción para no convertirnos
en cómodos autómatas, fácilmente manipulables.
Podemos orientar nuestra búsqueda a desarrollar nuestras
potencialidades. Pensando en ser mejores cada día, y presentarnos de manera más
exitosa, bella, bondadosa y valiosa, y en definitiva, más felices.
Jorge Salazar.
Psicólogo Clínico y Terapeuta Familiar