Ya me he referido en un artículo anterior, que si bien es muy superficial, de cualquier forma alude a la historia del pensamiento humano y principalmente de las ciencias. En ese documento hice referencia, entre otras cosas, al carácter analítico, es decir, de división que debiera tener el pensamiento para construir posteriormente conclusiones científicas.
En el presente artículo quisiera referirme al afán clasificatorio que es posible distinguir en una disciplina tan respetable y antigua como la psiquiatría. Para ello, en primer lugar, es positivo aclarar los términos mas necesarios para comprender el contenido del escrito.
La taxonomía es la disciplina que se encarga de entender las normas de toda clasificación, cuando esta clasificación es aplicada a las enfermedades se habla de una nosografía (la palabra nosos es una palabra que deriva del griego noxa que significa enfermedad). Es posible recurrir al DSM-IV para encontrarnos una nutrida clasificación y categorización de enfermedades mentales utilizada en gran parte del mundo para clasificar el objeto de trabajo de psiquiatras, psicólogos y otros profesionales de la salud mental, pero además de esto, ¿Qué puede significar este “clasificar”, “dividir”, “dar un orden” a lo que ni siquiera se conoce a cabalidad?, ¿Qué existe detrás de este afán clasificatorio?.
Es aquí donde me propongo hipotetizar que lo que existe tras este afán clasificatorio es la angustia de un sector social también dividido del resto de la sociedad que posee su propio lenguaje, y con este lenguaje ejerce también un determinado poder sobre el resto de la sociedad, posee por tanto una lengua distintiva, un idioma propio y prácticamente, una propia cultura. ¿Por qué digo que la angustia esta relacionada al afán clasificatorio? La angustia puede ser entendida, de manera muy somera, como una cantidad de energía que configura un estado afectivo doloroso frente a diferentes circunstancias amenazantes.
En principio, es necesario reconocer, entonces, que frente a una circunstancia de peligro, cuyo origen desconocemos, como las que configuran las enfermedades, se genera angustia toda vez que estas enfermedades son amenazas que podrían, inconscientemente, simbolizar un castigo al que el hombre seria merecedor (no es necesario ilustrar el carácter de castigo que tienen las enfermedades en la antigüedad de la cultura). Tras esta convicción es posible entonces distinguir un trasfondo mitológico relacionable a los primeros tiempos del nacimiento de la cultura y su manera de explicar las cosas, pues bien, la historia de la cultura se reedita en la historia de cada nuevo ser humano y es posible acceder a vestigios culturales observando nuevamente la recreación de la cultura en cada ser humano, es decir, en la infancia del ser humano es posible distinguir muchos fenómenos propios del inicio de la cultura (El Porvenir de Una Ilución Freud, S. 1929)
Me acercare en mi deseo de explicarme el afán clasificatorio a una obra de Melanie Klein, destacada pionera del psicoanálisis infantil, la obra es: “tendencias criminales en niños normales”, escrito en el año 1927. En él, Melanie Klein se refiere al análisis del juego infantil y reconoce en el mismo la tendencia de los niños angustiados a romper y separar los juguetes, objetos de sus juegos.
La explicación psicológica con que relaciona el texto a dicho fenómeno es la siguiente: El primer objeto al que el niño dirige todo su amor, es el pecho materno, toda vez que dicho pecho no satisface sus deseos el niño lo odia y en el plano de la fantasía dirige contra el todo su odio, fantaseando destruirlo. El temor a perder este objeto destruido y a ser destruido el mismo como castigo genera la angustia relacionada con el impulso destructivo al que yo asocio el posterior y elaborado deseo de clasificar, es decir, de dividir en clases y tipos a las enfermedades mentales.
Melanie Klein, en otro de sus textos se refiere a los niños y sus deseos inconscientes de desmembrar y dividir a quien les resulta ser sus oponentes y sin embargo, el afán de división y clasificación puede bien servir a la construcción de ciertos códigos, manejados por individuos especiales legitimado socialmente para su manejo, pero en lo personal, cuando pienso en el poder que estos individuos poseen recuerdo el pensamiento de Franco Basaglia en su texto “La institución psiquiátrica de la violencia”, en el que se refiere a la nosografía psiquiátrica para posteriormente desconocerla como insatisfactoria a las necesidades del enfermo y, mas bien, positiva a las necesidades de la organización psiquiátrica.
¿Quién se ve beneficiado con el centenar de enfermedades y clasificaciones existentes en el DSM-IV? Yo no he sabido de ningún paciente beneficiado, mas bien, me parece una construcción para legitimar un poder débil en su afán de describir y tratar lo que no conoce.
Jorge Salazar
Psicólogo Clínico y Terapeuta Familiar.
Transcribo comentario de Melan:
ResponderEliminarMe pareció intersante el artículo, aunque como soy una persona que no conoce de psiquiatría más que lo que obtiene de su propia terapia, es ue me quedaron algunas dudas. Creo haber entendido que se trata de decir que la clasificación de las distintas enfermedades psiquiátricas no ayudan en nada al paciente. Sin embargo yo como paciente, me doy cuenta perfectamente, cuándo tengo angustia y cuándo la angustia ya pasó a ser una depresión aguda o agudísima y a veces hasta crónica. Y en base a eso mi médico me medica. Si no hubiera clasificación de estos distintos sentimientos que tenemos los pacientes, me pregunto, de qué manera podrían ayudarnos los profesionales? Quiero aclarar que es sólo un comentario a título constructivo pero que me parece excelente tener un sitio así para consultar. Por eso desde ahora me inscribo como seguidora, ya que ustedes ya lo son de mi blog Amalgama de sentires y por eso vine. Un abrazo a todos. Melan
http://www.blogger.com/profile/14130037541347852261